Durante décadas, bajo la influencia de cuestiones estratégicas y financieras, los seres humanos han estado obligando a la naturaleza a adaptarse a sus propias necesidades. Con cuatro nacimientos por segundo y una esperanza media de vida en constante aumento, los retos de la optimización de los rendimientos en los campos diversificados de la agroalimentación han abierto claramente el camino a la modificación genética, el monocultivo y el tratamiento químico activo. Esta lógica y sus efectos deletéreos sobre el hombre y su biotopo están ahora demostrados por el trabajo de numerosos investigadores y científicos reconocidos por sus pares.